Podré perder la garúa
y dejar la sal del mar.
Podré no oler carretillas de frutas
ni el tenue perfume de tus abrazos.
Pero siempre retumbarán en la memoria
nuestros versos adolescentes
y la aspereza del vino.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Una elegante fatalidad.
Publicar un comentario